05 septiembre 2005

DANA: EXPERIENCIAS DE UNA RUMANA EN COSLADA

UNA NUEVA VIDA LEJOS DE LA FAMILIA

De camino a un viaje que, en la mayoría de los casos no tiene retorno. Éste es el ideal perseguido por miles de inmigrantes que cruzan la frontera para afincarse en España. Dana, una joven rumana de 24 años que lleva viviendo en Coslada cerca de 18 meses, es un buen ejemplo de ello. En los últimos años, Coslada ha visto crecer de manera considerable el número de inmigrantes que se asientan en el municipio y las políticas encaminadas a la integración y a la convivencia se han convertido en acciones comunes.
Patricia M. Molinero
Un país, una cultura, una tradición. La familia queda lejos. Dana emprende un viaje con las maletas llenas de ilusión, deseos y esperanzas. Su destino España. Pone sus pies en Madrid y se asienta en Coslada para construir ella sola una nueva vida. Por delante le quedan muchas cosas que aprender. El idioma y encontrar un empleo son los principales inconvenientes que ha tenido que superar, porque su objetivo es consolidar un futuro en España.
Después de un año y medio de estancia en el municipio Dana echa la vista atrás y reconoce que los comienzos han sido duros. “ He intentado levantarme sola, salir sola adelante y ha sido muy difícil”, afirma. Poco más de 150 euros mensuales era el salario que obtenía en su primer trabajo. Ahora ha conseguido un contrato y cierta estabilidad económica que la ayuda a soñar con el futuro. A pesar de todo, reconoce haberse sentido integrada en la localidad y tener buenas relaciones con los vecinos. Durante este año y medio sólo recuerda una experiencia negativa. “En una ocasión me echaron de un bar por ser rumana”, comenta.

Viaje a lo desconocido

La búsqueda de una vida mejor y el sueño de alcanzar un empleo son los principales factores que llevan a miles de personas a emprender un viaje hacia lo desconocido. Cruzar fronteras en busca de un sueño. Dana nos recuerda que en Rumanía el sueldo medio ronda los 60 euros mensuales. Una cantidad insuficiente para hacer frente a una vida digna. Esta situación le empujó a España. “Es prácticamente imposible sacar adelante a una familia en mi país”, comenta.
En la mayoría de los casos, el contacto con la familia se produce a través del teléfono. Los locutorios se han convertido en el medio de contacto con los seres queridos, la línea que une al inmigrante con el país que abandona. Un camino que el la mayoría de los casos se emprende para no regresar. Amigos o familiares que ya han encontrado una salida en España son el nexo de unión con aquellos que también quieren probar suerte. “Yo tenía una amiga en Coslada. Hablé con ella y decidí irme para ver si podía vivir mejor y ayudar a mi familia económicamente”, afirma Dana.

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